El experimento de Simon Weckert me parece una auténtica maravilla.
Mucha de la tecnología de la que nos fiamos día a día se sustenta sobre pilares mucho más frágiles de los que a veces somos capaces de ver. Siempre que se habla de sofisticados de hackers (muy de películas) es necesario recordar que para sembrar el caos basta con medidas mucho más mundanas y disruptivas.
El experimento de Simon Weckert me parece una auténtica maravilla.
Mucha de la tecnología de la que nos fiamos día a día se sustenta sobre pilares mucho más frágiles de los que a veces somos capaces de ver. Siempre que se habla de sofisticados de hackers (muy de películas) es necesario recordar que para sembrar el caos basta con medidas mucho más mundanas y disruptivas.
En efecto, basta con observar el funcionamiento del día a día para darse cuenta de que estamos regidos por códigos y cadencias muy fáciles de alterar